miércoles, 31 de marzo de 2010

CAPÍTULO 7

7. Los Perrault. El problema de la atribución como recurso literario
Además del asunto del paso de la narrativa oral a la escrita, otro factor que
orilla a los cuentos atribuidos a Perrault al anonimato y la reescritura es el
problema de atribución de los mismos, estrechamente ligado a la oralidad.
La copia manuscrita de 1695 contiene los cinco primeros relatos del futuro
libro y está firmada por P. P., que son las iniciales de Pierre Perrault, el hijo más
joven de Charles Perrault (Ver Apéndice 2, cuadro 264).
Esa copia manuscrita lleva una inscripción, en el grabado que le sirve de
frontispicio, donde se indica « Contes de ma Mère l’Oye ». Denominación que, sin
embargo, tenía una connotación peyorativa de superstición del populacho,
probable razón para su posterior rechazo en la edición de los cuentos.
En febrero de 1696 se publica sin autor en el Mercurio Galante otro de los
cuentos que posteriormente aparece en el libro de 1697: “La Bella durmiente”. La
nota del Mercurio explicando quién era el autor es especialmente retorcida, pues
solo afirma que el relato fue contado un año antes por “la misma persona que
escribió la historia de la pequeña Marquesa”65 (por si fuera poco, no se sabe si esta
nouvelle es obra de Mlle Lhéritier o del abad Choisy, en colaboración con Pierre o
Charles Perrault) (Perrault-Collinet, Contes: 27).
64 En el Apéndice 2 he desarrollado tres cuadros donde se ven con claridad las fechas de publicación y las
distintas etapas del cambio de atribución de los Cuentos.
65 « la même personne qui a écrit l’histoire de la petite Marquise ».
La Marquise-Marquis de Banneville se publica en el Mercurio de agostoseptiembre
de 1696. En ella, la heroína dice, sin citar al autor, que “La Bella
durmiente” es obra de un “hijo de Maestro” (Perrault-Collinet, Contes: 27).
El 23 de septiembre de 1696, el abad Dubos le cuenta a Bayle que Barbin está
imprimiendo “los cuentos de Mamá Oca por M. Perrault”66, mismos que son
“bagatelas en las cuales se divirtió antaño para alegrar a sus hijos”67 (Perrault-
Collinet, Contes: 27).
El 26 de octubre de 1696 se otorgó a “P. Darmancour” (Pierre Perrault) el
privilegio de edición de las Historias o Cuentos de antaño [Histoires ou Contes du
temps passé]. El volumen es registrado y puesto a la venta el 11 de enero de 1697. El
nombre de “P. Darmancour” aparece firmando la dedicatoria “epístola a
Mademoiselle” de la obra (Perrault-Collinet, Contes: 27).
El Mercurio de enero de 1697 anuncia la aparición de las Historias o Cuentos
de antaño inmediatamente después de mencionar los Hommes illustres y el cuarto y
último tomo del Parallèle de Charles Perrault (publicados en el mismo año). En este
volumen del Mercurio se destaca que los cuentos son obra del mismo autor de “La
Bella durmiente” y que, mientras algunos buscan que se piense que las obras son
de su invención, él (Pierre, si nos atenemos a lo escrito antes) prefiere que se sepa
que no hizo sino transmitirlas “ingenuamente, de la manera que las oyó contar en
su infancia”68 (Perrault-Collinet, Contes: 28).
66 « les contes de ma mère l’Oie par M. Perrault ».
67 « bagatelles auxquelles il s’est amusé autrefois pour réjouir ses enfants ».
68 « naïvement en la manière qu’il les a ouï conter dans son enfance ».
Sin embargo, el texto no está escrito de manera ingenua. Por el contrario, la
prosa de los Contes se encuentra, en la opinión de Collinet,
[…] sembrada de sabrosas locuciones que el Dictionario de la Academia recoge
en su mayoría como proverbiales o familiares en su primera edición,
aparecida el mismo año que “Piel de asno” y tres años antes que los Cuentos
de Mamá Oca. Hay que referirse a él, antes que a aquellos de Richelet o
incluso de Furetière, no sólo para esclarecer el sentido y el matiz de palabras
hoy en día envejecidas, sino para comprender hasta qué punto la lengua del
narrador coincide con la condición de la que acaba de ser allí fijada.
Algunos arcaísmos subsisten a favor de fórmulas transmitidas por la
tradición oral (Perrault-Collinet, Contes: 34)69.
Este conocimiento de la lengua fijada por la Academia (de la cual formaba
parte Charles), se añade a la sospecha, viva ya en su tiempo, de una colaboración
del padre y el hijo. El abad de Villiers escribe sobre los cuentos “que se le
atribuyen al hijo de un célebre académico”70 [el subrayado es mío], pues el estilo
simple de las nodrizas no es fácil de imitar, “y por mucha estima que tuviera yo
por el hijo del académico del que usted habla, me cuesta creer que el padre no
haya metido la mano en su obra”71 (Villiers, Entretiens sur les contes de fées, apud
Perrault-Collinet, Contes: 29-30).
69 « […] semée de savoureuses locutions que le Dictionnaire de l’Académie recueille pour la plupart comme
proverbiales ou familières dans sa première édition, parue la même année que Peau d’Ane et trois ans avant
les Contes de ma mere l’Oie. Il faut s’y réferer, plutôt qu’à ceux de Richelet ou même de Furetière, non
seulement pour éclairer le sens et la nuance exacte des mots à présent vieillis, mais pour comprendre à quel
point la langue du conteur coïncide avec l’état qui vient d’en être officiellement fixé. Quelques archaïsmes
subsistent à la faveur de formules véhiculées par la tradition orale. »
70 « que l’on attribue au fils d’un célèbre académicien. »
71 « et quelque estime que j’ai pour le fils de l’académicien dont vous parlez, j’ai peine à croire que le père
n’ait pas mis la main à son ouvrage. »
En 1697 el libro se publica en Holanda, con la precisión “Por el hijo de M.
Perrault, de la Academia francesa”72, en tanto que otro editor, Moetjens, en su
Selección, se abstiene de indicar el autor (Perrault-Collinet, Contes: 28).
Dubos, el 1 de mayo de 1697, informa que Mme D’Aulnoy añade un
segundo volumen a los Cuentos de Mamá Oca de M. Perrault, en tanto que la nota
necrológica del Mercurio sobre Charles Perrault, publicada en mayo de 1703, poco
después de su muerte la noche del 15 de mayo, no duda de su autoría sobre “La
bella durmiente” (Perrault-Collinet, Contes: 29 y 35).
La conclusión a la que llega Collinet sobre el problema de atribución de los
cuentos es que
[…] esas Historias de antaño, creación colectiva, tienen origen en una
tradición inmemorial. Charles Perrault, Dubos da testimonio de ello,
comenzó por contarlas a sus hijos. Después sirvieron de tema a Pierre, quien
los recopiló y los puso sobre el papel, según sabemos por Mlle Lhéritier.
Nace entonces la idea de una publicación, bajo el nombre del hijo, a partir
de su trabajo, pero no sin supervisión del padre. El texto que conocemos, si
seguimos la hipótesis más natural y verosímil, sería el resultado de una
sutil colaboración73 (Perrault-Collinet, Contes: 29).
El cuento será publicado a continuación como de « Monsieur Perrault »
(1707); « M. Perrault » (1721) y sin autor (1724, 1742 y 1777). Finalmente a partir de
72 « Par le fils de M. Perrault, de l’Académie francaise. »
73 « […] ces Histoires du temps passé, création collective, tirent leur origine d’une tradition immémoriale.
Charles Perrault, Dubos l’atteste, a commencé par les conter à ses enfants. Ils ont ensuite servi de thème à
Pierre qui les recueilli et couché sur le papier, ainsi que nous l’apprenons para Mlle Lhéritier. L’idée germe
alors d’une publication, sous le nom du fils, à partir de son travail mais non sans une révision du père. Le
texte que nous connaissons, suivant l’hypothèse la plus naturelle et la plus vraisemblable, résulterait donc
d’une souple collaboration. »
1781 se publicarán atribuidos a « Charles Perrault », cambio de atribución que se
hará definitiva con la publicación de la antología Cabinet de fées de 1785.74
A pesar de que Charles Perrault nunca reconoció la autoría de los Cuentos,
Collinet termina por atribuirle la parte principal en la escritura de los relatos,
explicándolos en el contexto de su obra. La explicación para dicho cambio de
atribución, que se fue imponiendo de modo paulatino, es que “en la esencia del
cuento entra no pertenecer en propiedad a nadie”75 (Perrault-Collinet, Contes: 30).
El cambio de atribución ocurre simultáneamente el retorno de los Cuentos a la
tradición popular, tanto en la Biblioteca Azul como en la tradición oral. Sin
embargo, ya hemos visto que la escritura de los Cuentos incluye un alto grado de
conciencia crítica respecto al género, al origen y a los destinatarios de la versión
cortesana del cuento popular. ¿Por qué no asumir, como Raymonde Robert76, que
el mismo Charles Perrault creó el problema de la atribución para poder publicar
cuentos que por ser de origen popular constituían un escándalo? Si eso fuese así,
entonces podemos preguntarnos qué logró Perrault al crear el problema. Es posible
pensar que se trata de un reconocimiento de la propiedad colectiva de los cuentos
populares, por lo que la atribución es un asunto menor. Sin embargo, a esta
explicación pueden oponerse dos objeciones: la primera es que, si Perrault quería
hacer un homenaje a la propiedad colectiva, podría perfectamente haber publicado
74 Ver Perrault, Contes: 363-366 y Apéndice 2, cuadro 2.
75 « il entre dans l’essence du conte de n’appartenir en propre à personne »
76 Cfr. infra, pág. 107.
los Cuentos con su nombre, como había hecho ya con “Piel de Asno”, explicando
que se trata de cuentos de la propiedad colectiva.
La segunda objeción es que Perrault quería que sus obras tuvieran el mismo
prestigio de aquéllas de la antigüedad, pero con valores cristianos añadidos. El
académico y escritor célebre había escrito en el prefacio a la cuarta edición de las
nouvelles o cuentos en verso (1695): “Pretendo incluso que mis Fábulas ameritan
más ser contadas que la mayoría de los Cuentos antiguos, y especialmente el de la
Matrona de Efeso”77 (Perrault-Collinet, Contes: 50).
Podría pensarse que, en vez de reconocer abiertamente que se trataba de sus
versiones de cuentos antiguos, cuando Charles Perrault se acercó al estilo de los
relatos populares en los Cuentos, puso el problema de la atribución como un velo
transparente entre su obra y el público. De esta forma podía entreverse claramente
quien era el verdadero autor, aun si nunca reconoció que los cuentos fueran suyos
o incluso que hubiera tenido alguna participación en su redacción. Si así fuera, la
figura de Darmancour sería necesaria, pues de acuerdo con Collinet, Perrault no se
interesaba en lo más mínimo en elevar a la dignidad de obra literaria los cuentos
del pueblo —al que desdeñaba—, sino en inventar una literatura infantil, destinada
no sólo a los hijos de los reyes, sino a los de todos, comenzando por los propios. De
allí la importancia de la figura de Darmancour. Hacía falta que los firmara un
“niño” para que destacara su originalidad fundamental (Cfr. Perrault-Collinet,
Contes: 46).
77 « Je prétends même que mes Fables méritent mieux d’être racontées que la plupart des Contes anciens, et
particulièrement celui de la Matrone d’Éphèse ».
Pero esta discusión pertenece al ámbito de la intentio auctoris, que no es el
tema de este trabajo. A fin de cuentas, nada nos permite comprobar que Pierre
Perrault no escribió los Cuentos, y que su muerte prematura le robó a la humanidad
un genio más grande que el de su padre, que en su época era visto por muchos
(Boileau el primero) como un escritor con más prestigio que talento.
Lo que sí es un hecho es que los editores determinaron paulatinamente el
cambio de autor a lo largo del siglo XVIII, y que cuando los folcloristas
emprendieron la investigación de las fuentes populares de los Cuentos, lo hicieron
asumiendo que Charles Perrault era su autor, como lo siguen asumiendo la
mayoría de los estudiosos de los Cuentos en la actualidad.

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