miércoles, 31 de marzo de 2010

CAPÍTULO 3

3. La relativa universalidad del cuento. Psicoanálisis de “Caperucita roja”
El primero en hacer una relación entre la caperuza y la pubertad
representada en la sangre de la menstruación, como la establecida en el comercial
de Saba, fue el psicoanalista Erich Fromm, que vio resuelto en ella un problema del
inconsciente colectivo expresado en un cuento popular:
La mayoría del simbolismo de este cuento de hadas puede ser
entendido sin dificultad. La “pequeña capa de terciopelo rojo” es un
símbolo de la menstruación. La pequeña niña cuyas aventuras oímos se ha
convertido en una mujer madura y se enfrenta ahora al problema del sexo.
La advertencia a “no desviarse del camino” y a “no romper la botella” es
claramente una advertencia contra el peligro del sexo y de perder su
virginidad (Fromm, El lenguaje olvidado: 234).
El problema de esta interpretación de 1951 es que no tomó en cuenta un
simple detalle: que en ningún estudio se hace mención de que la caperuza
apareciera antes de la versión de 1695, por lo que no se trata de un rasgo popular
sino de una invención literaria. Así, este análisis de Fromm de la psique colectiva
campesina carece de dimensión histórica y de rigor interpretativo.
En 1976, otro psicoanalista, Bruno Bettelheim, también trató de usar la
caperuza para interpretar el cuento como si se tratara de un estudio de la mente
humana en general:
Tanto el título como el nombre de la niña, “Caperucita roja”, ponen
énfasis en el color rojo que exhibe abiertamente. Rojo es el color que simboliza
las emociones violentas, sobre todo las de tipo sexual. Las ropas rojas que la
abuela regala a Caperucita, se pueden considerar entonces como símbolo de
una transferencia prematura de atractivo sexual (Bettelheim, Psicoanalisis de los
cuentos: 243).
El problema obvio es, como hemos visto, que la caperuza roja es una
invención literaria; Bettelheim intenta sustentar su análisis con una interpretación
histórica, si bien no le adjudica mucha importancia para su tema y sólo la cita en
una nota al pie de página de su texto, misma que transcribo aquí:
Cuando Perrault publicó su colección de cuentos de hadas en 1697,
“Caperucita roja” era ya una historia antigua, algunos de cuyos elementos
se remontaban incluso a tiempos lejanos. Tenemos el mito de Cronos que
devora a sus propios hijos, quienes, sin embargo, salen sanos y salvos del
vientre de su padre, siendo sustituidos por una piedra. Encontramos
asimismo una historia en latín de 1023 (de Egberto de Lieja, llamada Fecunda
ratis) en la que aparece una niña en compañía de los lobos, vistiendo ropas
de color rojo muy importantes para ella; los eruditos aseguran que esas
ropas debían ser una caperuza roja. Así pues, seis siglos o más antes de la
historia de Perrault encontramos ya algunos elementos básicos de la historia
de « ”Caperucita roja” »: una niña con ropas rojas, la compañía de los lobos,
un niño que sobrevive tras ser tragado vivo, y una piedra que se coloca en
su lugar.
Hay otras versiones francesas34 de “Caperucita roja”, pero no se sabe
cuál de ellas pudo influir a Perrault al publicar su cuento. En algunas de
ellas, el lobo obliga a Caperucita a comer carne y a beber sangre de la
abuela, a pesar de unas voces que le advierten que no lo haga.
Si Perrault se basó en una de estas historias, se comprende que
eliminara estos detalles de mal gusto, puesto que su libro iba destinado a la
corte de Versalles. Perrault, no sólo embellecía sus relatos, sino que, además,
usaba ficciones tales como la pretensión de que estos cuentos habían sido
escritos por su hijo de diez años [sic] que había dedicado el libro a una
princesa (Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos: 237).
El relato citado por Bettelheim, De puella a lupellis seruata [Sobre una niña
salavada de los lobeznos], es un exemplum radicalmente distinto a “Caperucita
roja”, tanto por la historia en sí, como porque no tiene las características de un
34Debe referirse a una versión cercana a las citadas por Darnton y Delarue. Cfr. Apéndice 1, Versión 4 y
Versión 6. En el siguiente capítulo volveremos a la última.
cuento popular, en tanto que las versiones populares del cuento registradas por los
folcloristas jamás incluyen el célebre tocado35.
Hemos visto que el cuento atribuido a Perrault justifica una interpretación
del cuento que incluya la sexualidad (pero no la menstruación), y distintas
posibilidades exegéticas, como las de Fromm y la de Bettelheim, que nos guían en
la dirección de la rescritura del comercial de la toalla sanitaria. La popularidad del
psicoanálisis hace que muchos de nuestros presupuestos culturales estén
modificados por él, pero no explican del todo la aceptación tácita de los radicales
cambios ejercidos sobre el género del cuento popular y el personaje.
¿Hay que rastrear la historia completa del relato para entender estas
transformaciones? Si nos atenemos a lo dicho en el prólogo de la obra de 1697, el
relato literario atribuido a Perrault está basado en versiones orales anteriores,
según afirma el propio autor, “creadas por el pueblo”.
Según Bettelheim, las versiones anteriores a Perrault contenían detalles “de
mal gusto”. ¿Hay que indagar entonces en fuentes distintas para asegurarnos de la
universalidad de la versión literaria de 1697 y verificar si se puede interpretar su
valor simbólico de la manera en que lo hacen Fromm y Bettelheim?, ¿o más bien es
necesario entender cómo funciona el proceso de reescritura de un producto
cultural?
35 Examinaremos este relato más adelante, en el capítulo 5.

No hay comentarios:

Publicar un comentario